El asesino fetichista - Jerome Henry Brudos (2ª Parte)
Con la policía pegada en los talones, aunque sin sospechas de que Jerome fuera el hombre que buscaban, Brudos decidió cambiar su manera de obtener a las víctimas, comenzó a cazar.
El 27 de marzo de 1969, habiendo esperado durante horas en el parking de unos grandes almacenes, puso su mira en Karen Sprinker.
La secuestró con una pistola de juguete y la llevó a su taller, donde la desnudó y vistió con diferentes conjuntos. Para evitar que escapase, le ató una soga al cuello y la sujetó al techo pasando la cuerda alrededor de un cabrestante. Accionó el torno y la levantó medio metro del suelo y ahí la dejó, estrangulándose mientras él entraba en casa para ver unos dibujos.
Cuando volvió, abusó del cadáver. Le cortó los pechos e hizo un molde con ellos con la intención de hacer una especie de busto en bronce con su pecho. Ató el cuerpo a un motor y lo lanzó al río Long Tom.
La policía publicó la desaparición de Karen y siguió muchas pistas infructuosas, mientras que la familia organizaba batidas pensando que terminaría por aparecer.
El 21 de abril de ese mismo año, apenas un mes después de haber asesinado a Karen, Brudos escogió a Sharon Wood en el aparcamiento de su universidad. Era delgada, atractiva y estaba sola.

“Bajé las escaleras y, cuando llegué, ese hombre me apuntaba con una pistola y me dijo que, si no gritaba, no me dispararía. Me rodeó la cabeza con su brazo, pero yo le mordí con todas mis fuerzas en el dedo pulgar. Lo último que recuerdo es que me golpeó muy fuerte en la cabeza, vi las estrellas. Y después saltó y salió corriendo.”
Jerome se había asustado con la resistencia de esta mujer pero logró huir. La policía en un principio, no relacionó este suceso con las desapariciones de los meses anteriores.
Su siguiente víctima fue Gloria Smith, de 12 años. La secuestró a mano armada pero, cuando la estaba llevando a casa, la niña vio a una mujer conocida y logró salir huyendo.
Esto demostraba que no estaba preparado para enfrentarse a quienes se oponían, pues lo que él quería era un juguete en su taller.
Cambió su forma de actuar para no asustar a sus víctimas, por lo que compró una placa falsa de policía. Y así fue como abordó a Linda Salee, informándola de que había habido muchos robos y tenía que acercarse a comisaría para un interrogatorio.
La llevó de Portland a Salem, la metió en el taller, la ató y se fue a cenar. Cuando volvió, Linda estaba en el taller, sentada y sin atar. Jerome volvió a atarla y la colgó del techo para desnudarla y fotografiarla. Podía estar de puntillas sin asfixiarse y, cuando se cansó, tensó la cuerda hasta que murió. Una vez más y sin quedarse con ningún trofeo, tiró el cadáver al río Long Tom.
Posteriormente, Jerome dijo a la policía que no le cortó los pechos porque no le gustaba el color de sus areolas.
El 10 de mayo de 1969, un pescador local descubre el cuerpo descompuesto de una mujer flotando en el río, el de Linda Salee. Dos días después, apareció el de Karen Sprinker.
Ante todo esto, Jerome seguía convencido de que ninguna prueba le relacionaría con los cuerpos.
Mientras Jerome potenciaba su seguridad de no ser atrapado, los investigadores encontraron que los cadáveres estaban atados con una soga y un nudo, un nudo que no era común, sino el que realizaban los electricistas en el cableado.
Cuando la policía investigaba por un lado, en el colegio de Karen se llevaba a cabo otra investigación, preguntando a las alumnas por si habían visto a alguien sospechoso. Así fue como una de ellas testificó que había tenido una cita con un hombre en una ranchera, que tenía en la parte de atrás ropa de bebé y niño. Otra dijo haber visto a un hombre rondando por los alrededores, quien decía que era un veterano de Vietnam que no dejaba de hablar de las mujeres desaparecidas; ella lo encontró escalofriante y accedió a ayudar a la policía para tenderle una trampa, por lo que la siguiente vez que lo vio, la policía apareció.
El desconocido se identificó como Jerome Henry Brudos.
Cuando vieron los antecedentes y el historial de Brudos, descubrieron que era electricista y su internamiento psiquiátrico.
Fueron a su garaje para hablar con él y encontraron restos de la soga con la que habían asesinado a Karen. No tenían una orden de registro y, sin esos restos de soga, no podían hacer nada.
Curiosamente, Jerome dijo: “Parecen interesados en la soga, ¿quieren un trozo?" Por lo que se llevaron el trozo.
Los científicos forenses, le relacionaron inmediatamente con la soga y los cuerpos. Cuando empezó a impacientarse con los interrogatorios, contrató a un abogado que le aconsejó que, si era inocente, no se preocupase pero, si era culpable, no dejase a la policía inspeccionar sus coches y su casa. Por ello, cuando la policía obtuvo una orden de registro para su coche, Jerome se adelantó a los acontecimientos: el interior del coche estaba mojado.
Los detectives, sin pruebas suficientes para arrestar a Brudos e impedir que huyera a Canadá, pusieron todas sus esperanzas en que Gloria Smith, la estudiante a la que había atacado, le identificase para poder acusarle al menos de secuestro.
Gloria, escogió la fotografía de Brudos de entre todas las que le enseñaron, por lo que ejecutaron una orden de arresto contra Jerome.
A 400 km de la frontera, el 30 de mayo de 1969, pararon el coche de Ralphine y le encontraron oculto bajo una manta en el asiento de atrás, llevaba pantys de seda de mujer.
Una vez en la cárcel, llamó a su abogado y mantuvo una sesión de 5 horas en la que confesó todos sus crímenes con una falta total de remordimiento y emociones. El letrado le recomendó que guardara silencio y no hablase con la policía.
Dijo tener un CI de 165, así que le detective al mando, decidió jugar con eso, dejarle que fuera él quien llevara el interrogatorio, que él fuera el intelectual. Se acercó a Brudos como un amigo, compasivo y comprensivo como una figura paternal, haciendo preguntas hipotéticas que Jerome no podía resistirse a contestar. Por otro lado, Brudos fanfarroneaba con el detective, buscando su amistad por lo que, finalmente acabó confesando todos los crímenes.

En la confesión, Jerome proporcionó detalles que la policía ni siquiera había llegado a imaginar. Por ejemplo, en el cuerpo de Linda había experimentado causándole quemaduras en el interior del tórax. Le había clavado un clavo a cada lado del tórax, después aplicó corriente eléctrica para ver si el cuerpo saltaba “como una rana en una sartén”.
Brudos describía sus víctimas como “papel de regalo”, una vez usado, te deshaces de él.
En su casa encontraron fotografías de todas las mujeres, vestidas y desnudas, vivas y muertas.
Con los pechos de Karen Sprinker hizo pisapapeles.
A la hora del juicio, su propio abogado era consciente de la culpabilidad de su cliente, por lo que elaboró una defensa basada en la salud mental de Brudos, por lo que el 9 de junio de 1969 fue sometido a una evaluación psiquiátrica tras otra, en total 7. Todas dictaminaron que no estaba legalmente loco.

El 27 de junio, Jerome Henry Brudos acudía tranquilo a su su juicio: acusado de tres asesinatos, se declaró culpable de todos. Fue condenado a tres cadenas perpetuas, al menos 36 años en la cárcel. Tendría 66 años antes de poder acceder a la condicional.
Por otro lado, acusaron a Ralphine de complicidad pero fue declarada inocente, solicitó la patria potestad de los niños y desapareció.
Una vez en la cárcel, se presentó varias veces a la revisión de la condicional, pidió catálogos de ropa y zapatos de mujer y creó su propia biblioteca.
Acabó convirtiéndose en el preso más antiguo de la cárcel de Oregón muriendo de cáncer de hígado a los 67 años el 29 de marzo de 2006.
Así fue como un hombre que había matado y abusado de los cuerpos de cuatro mujeres jóvenes, fue a la cárcel sin ningún tipo de pesar por sus atrocidades y continuó con su fetiche hasta el día de su muerte.

¿Cuánta relevancia tuvieron las acciones de su madre en cuanto a su gusto por los zapatos? ¿O quizá estaba predestinado a acabar asesinando independientemente de su infancia?
En cualquier caso, este hombre nos da algunas pistas más sobre cómo intentar prevenir estas acciones y estos rumbos vitales.